Pero lamentablemente, he de decir que me pareció eso: una aglomeración de kioskos (o stands) que de igual manera puedes encontrar todos esos volúmenes en tu tienda de cómics más cercana o vía internés.
Mejor aún: sin aglomeraciones. Los árboles del manga no dejaban ver el bosque. Figurantes que paseaban sin rumbo fiju hasta ser requeridos por alguien para sacarles la típica pose en una fotu.
Me quedo con el puesto de gominolas tochas y con la fuente de chocolate de la entrada.
L'año pasao había una mangaka bastante potable disfrazada de Princesa Leia... ¿o era de otra cosa?
ResponderEliminarNos debemos un café, jobi.
ResponderEliminarOtra vé será.
Un saludo