No sólo de dibujillos vive el dibujante (y, en estos días, no sólo de júrgol...).
El Sábado 10 de Julio tuve la suerte de visitar las Bodegas de Emilio Moro de Pesquera de Duero, gracias a los contactos de mi amigo Carlos y su amigo Don Rafael.
Interesante y refrescante visita en una mañana castellana de 33ºC de calor seco donde hasta las cigarras permanecían alejadas de la solana.
La acogida fue agradable y de trato familiar por parte de Elena (una bibaína casada con un sobrino de Emilio Moro) y la visita recogió, a groso modo: desde el inicio de la recogida de la uva en la tolva donde se separa "lo que vale de lo que no", hasta el almacenaje en sus correspondientes barricas de roble americano y francés, tras otros tantos procesos de decantación, separación,...
Emilio Moro representa la cabeza del vino que lleva su nombre, así como: Resalso, D+D, Hito C21, Cepa 21, Malleolus, Malleolus Valderramiro y Malleolus Sanchomartín (creo que no mi dejau ningunu...).
Para terminar la visita, Elena nos dio a degustar un Malleolus acompañado de jamón (ibérico por lo menos de lo güeno questaba) y de un D+D (esta 2ª D está escrita dada la vuelta, pero aquí no lo puedo hacer, viene a ser: Duero - Douro).
Personalmente prefiero el Malleolus, por su sabor, veinte cosa más y porque finalmente le saboreaba en la nariz con cada sorbo.
Gracias al excelente morapio y buen trato me vi en la gustosa obligación de comprar unas botellitas de Emilio Moro, Malleolus y Cepa 21 (que es la única que aún no hi probau. Ya te contaré, Imanol, pero me da en la nariz y en el paladar que va a estar güeno...).
Su hermano pequeño, Hito C21, ya lo probé polque compré una cajita a medias con Carlos.
Ya lo dijo Fellini, que "un buen vino es como una buena pinícula: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y , como ocurre con las pinículas, nace y renace en cada saboreador"
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